Abrazos y Maletas



Almodóvar tiene tres clases de películas. Tiene unas que son comedias soeces, políticamente incorrectas, femeninas (que no feministas), saturadas y de personajes monstruosos, surrealistas y pocas veces entrañables ( Pepi,Luci, Bom y otras chicas del montón, ¿Qué he hecho yo para mercer esto, y por supuesto, Mujeres al borde de un ataque de nervios ). Otras, son íntimas, ligeras, de tono pausado y resoluciones truculentas, con personajes profundos y reales,por mucho que se oculten tras rocambolescos cambios de sexo, travestismo o relaciones incestuosas. ( Todo sobre mi madre, La ley del deseo y Volver ). Pero Almodóvar tiene otras películas que son de estructura compleja, saltos en el tiempo, personajes ambiguos, sombríos y maltratados por la destrucción de la ilusión, y como siempre en el cine de Almodóvar, la fatal obsesión por el deseo. Pero quizá lo más interesante de este último tipo, es el metacine, la intertextualidad, Almodóvar hablando de cine, de su cine, y por tanto, las continuas referencias al cine noir y el aire de "glamour castizo" que despiden cada uno de sus fotogramas. (La mala educación). Los abrazos rotos pertenece, en el amplio sentido de su totalidad, al último tipo.


La película, para quien no lo sepa ya, transcurre en dos épocas diferentes (1994 y 2009). A pesar de lo que digan Pedro, Penélope, Carmen Machi, Boyero, el cartel de la película y el trailer, Penélope Cruz no es la protagonista. Los abrazos rotos habla de Lena (Penélope Cruz), pero su auténtico protagonista es Mateo Blanco/Harry Caine (Lluis Homar), a pesar de que el nexo de unión argumental entre las épocas sea Lena, e incluso en las escenas en las que ella no aparece, su presencia se siente en la película. Pero, a rieso de meterme a destripar la trama ( eso se lo dejo a Spoilerman), lo importante en Los abrazos rotos son los personajes. Un reconocido profesor de mi facultad nos dijo en una clase pasada, que los personajes de Los abrazos rotos estaban vacíos, que daba igual lo que les ocurriese. No creo que sea así. Los personajes parecen tener un pasado en el momento mismo en el que aparecen. El sufrimiento, el dolor, el deseo, atrapan a los personajes, y en algún momento se resuelven, en otros no.


Las interpretaciones son estelares. Penélope Cruz, como siempre que va de la mano de Almodóvar, está espléndida. Lleva a sus espaldas un papel que a priori parece mucho más sencillo que Volver, pero que es de una continua contradicción durante toda la película. Lluis Homar, en el que cae el peso de narración de la película, está sólido y contenido. Blanca Portillo, cuyo papel es clave en la película, demuestra de nuevo que lo suyo es del teatro ( tanto en el buen sentido, como en el malo) y firma algunos momentos de absoluta brillantez, pero, honestamente, aún no ha superado su colosal interpretación en Volver. Entre los secundarios sobresalen José Luis Gómez, Kira Miró (!¡! Sí, no me refiero tanto a que esté espectacular sino a que, en relación a lo mala actriz que es, aquí, a pesar de su corta pero intensa aparición, parece natural y pausada. Por cierto, como no, enseña las tetas. No lo considero spoiler, creo que todos sabíais que si Kira aparecía en el film iba a acabar en topless), Lola Dueñas (divertidísimo su papel) Ángela Molina ( que firma, personalmente, la mejor interpretación de la cinta), Carmen Machi ( muchísimo mejor que en la decepcionante La concejala antropófoga, enlace al corto en youtube) y las incondicionales chicas almodóvar Chus Lampreave, Kiti Manver y Rossi de Palma (que se homenajean a sí mismas como chicas almodóvar en Chicas y Maletas). No están tan bien los chicos. Tamar Novas, cuyo peso en la trama es considerable, no convence como lo hacía en Mar Adentro (a pesar de que tiene uno de mis momentos favoritos de la película con Dona Sangre). Rubén Ochandío tampoco está a la altura. Es cierto que su papel es complicado, la evolución de un personaje tan extremo es tarea compleja, pero parece que le queda grande y en algunos momentos no sabemos si es una propia caricatura de sí mismo o realmente es que es así de malo. Mención aparte a Alejo Sauras y Dani Martín (WTF!), sólo le pido gracias a Almodóvar por el trato dado a este último en la película.

Los abrazos rotos contiene algunas de las escenas más bonitas que yo haya visto jamás en el cine de Almodóvar (los momentos, todos, con las pantallas, un plano-contraplano que es más bien un partido de tenis...) y tiene la peculiaridad, que también era presente en Volver, de la fragmentación del drama a través de la incursión de momentos cómicos (el papel de Lola Dueñas es en sí mismo un recurso para esto). Estos momentos cómicos, explícitos en las escenas relativas a Chicas y Maletas ( el metafilm que rueda Mateo Blanco), parecen un adelanto a una posible vuelta de Pedro a la comedia. No es que lo haya dicho él, simplemente podría ser un preámbulo ( su última comedia es Kika, 1993). Chicas y Maletas no es más ni menos que el cúlmen, o colmo, de la pasión por la referencia cinematográfica propia de Almodóvar, y del cine posmoderno. Almodóvar hace un homenaje a su cine de los 90 que sorprende por ser al mismo tiempo parodia y reinvención, y para demostrarnos que dentro de la frialdad que esconden sus últimas películas, todavía hay un Pedro soez e irreverente (quizá no tan demoledor como hace un par de décadas, pero aún capaz de transformar los clichés y estereotipos de la mujer española hasta convertirlos en personajes universales).


Quizá lo peor de toda la película sea la resolución de la misma. No está bien llevado, parece todo precipitado y en algunos momentos sonrrojante (No diré más). Hay quien ya ha tachado a Los abrazos rotos de ser una película fría. Pues claro que lo es. Es fría, de sentimientos escondidos, de represión, de pausa. Probablemente se deba al tema social que trata, que es complejo ( tema que no explicitaré aquí, quien quiera saberlo que me pregunte). Pero, que no os mientan, Los abrazos rotos es un film del Almodóvar auténtico, de ese que cree en la belleza cinematográfica, en la música como vitalizadora de la imagen ( como siempre, increíble Alberto Iglesias), en el sentimiento como arma y en la conversión del mal gusto en arte visual.

Buscando la llave del Parnaso

Hace casi cuatro meses que no actualizo este blog. En un principio, así estaba pensado, ya que aparecía un nuevo diario 2.0 en mi vida, llamado Todos contra el César. En él debería haber relatado día a día las situaciones vividas por un Erasmus lyonés. La (mala) suerte decidió que mi vida en Francia estuviera caracterizada por una ausencia, notable y notada, de Internet (utensilio imprescindible para muchos y básico para mí) lo cual supuso que la guerra contra el César, que por otro lado empezó bastante bien, terminara en un abandono justificado.
Ahora, a apenas un mes de que la guerra termine, dejo la batalla. No merece la pena resucitar el joven blog, pero sí éste.
Ya que abundan a mi alrededor blogs de todo tipo:de noticias ficticias, relatos, entrevistas, viajes etc. este blog seguirá siendo como siempre, algo nueve cada (quince o veinte o los que me apetezcan) día.

Voy a llamar a la señorita Sally Hayes.
En unos minutos vuelvo con la entrada que tenía prevista para hoy.

¿Dónde?

- Tienes algo ahí.
- Ahí, ¿dónde?
- Ahí.
- ¿Dónde?
- Ahí
- ¿Dónde?
- Ahí.
- ¿Dónde?
- Ahí.
- ¿Dónde?
- Ahí.
- ¿Dónde?
- Ahí.
- ¿Dónde?
- Ah no. Que era la sombra.

Anfibióticos

Hoy nace un hito en la historia de Internet.


Hoy nace Anfibióticos, he aquí su manifiesto:

Manifiesto Antifibiótico

Juramos que nos someteremos a las reglas siguientes, establecidas y confirmadas por:

1. Anfibióticos será un género literario híbrido
2. Todo lo aquí escrito estará envasado en hechos verdaderos
3. No distinguiremos entre verdades y mentiras
4. Nosotros pondremos las condiciones de la dosis
5. Tendremos estrecha convivencia con la figura del doble
6. Siempre agradeceremos sus denuncias ante la justicia
7. Contagiaremos la enfermedad de las ranas locas anfibiopatía espongiforme
8. Os trataremos como a nuestros propios renacuajos
9. Tenemos ánimo. Siempre
10. Croac


Así pronunciamos nuestro voto.

La Croaca, Martes 20 de mayo de 2008



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Tritón Jaspeado

La ordinaria vida de Aurelio Guinda: La gorda

CAPÍTULO 1: LA GORDA

- Mari Ángeles. Haz pasar al siguiente paciente.
Aurelio Guinda retiró los restos de uñas que quedaban encima el expediente de su paciente anterior y olisequeó el lomo de la carpeta con morbosa satisfacción. La consulta de Aurelio Guinda era bastante austera. Apenas estaba decorada por un póster de un enorme pie lleno de flechas y nombres en latín, que Aurelio Guinda observaba todos los días durante un minuto y diecisiete segundos sin parpadear cuando su secretaria Mari Ángeles apagaba las luces de la clínica. Debajo del póster había una camilla de sábanas amarillentas. Al lado de la camilla, una estantería llena de productos, la mayoría de ellos caducados, que Aurelio Guinda aplibaca sobre los pies de sus pacientes. Al otro lado de la sala se encontraba la mesa de Aurelio Guinda, envejecida y dinamitada por las termitas. Détrás de la mesa de Aurelio Guinda, estaba la silla de Aurelio Guinda, que tiempo atrás había estado forrada por cuero húngaro y que ahora cubría una horrible sábana que ocultaba los pegotazos de espuma que gritaban por salir. En la mesa de Aurelio Guinda había un pesado archivador. Aurelio Guinda no creía en la informática, a pesar de que durante aquellos prósperos años de la URSS, el gobierno había ofrecido informatización a todas las clínicas.
Contemplando esta miseria que a Aurelio Guinda le fascinaba, Aurelio Guinda continuaba disfrutando del aroma del sucio expediente. La puerta se abrió y la luz que procedía de fuera fue ocultada por un enorme astro. Enorme astro llamado Carmina Mena. Aurelio Guinda la recordaba. Aurelio Guinda la había atendido hace casi un año y medio. En ese tiempo, Carmina Mena había pasado de una famélica jovencita con problemas de desnutrición ( que había causado la aparición de extraños hematomas en sus delicados pies, lo que le había llevado a visitar a Aurelio Guinda) a una enorme ballena de dimensiones apocalípticas que cada vez que respiraba escupía mares de saliva. Mari Ángeles ayudó a Carmina Mena a entrar empujándola con un pie en su enorme trasero y las manos asiendo el marco de la puerta. Al fin Carmina Mena entró en la consulta de Aurelio Guinda. Aurelio Guinda observó que Carmina Mena iba descalza, porque ningún zapato habría soportado semejante atrocidad. Mari Ángeles volvió a entrar con un barreño gris lleno de agua. Carmina Mena se sentó en la camilla que tambaleó varias veces hasta que resistió con resignación el peso del mundo ( era de marca Atlas). Mari Ángeles cogió uno de los pies de Carmina Mena y comenzó a lavarlos. Aurelio Guinda fue rápidamente hacia su secretaria y la apartó de un empujón. Le había dicho en más de una ocasión que ese no era su trabajo, que bastante tenía que hacer ya organizando sus visitas. Así se disculpaba Aurelio Guinda para evitar su obsesión. Ya desde bien pequeño Aurelio Guinda sabía que de mayor iba a ser podólogo. No era una cuestión vocacional. Era una cuestión de necseidad. Había desarrollado durante su cruenta infancia y adolescencia un exagerado fetiche hacia los pies. Le gustaban todos: de hombre, de mujer, grandes, pequeños, agrietados, sin uñas, amputados o tatuados. Aurelio cogió con una mano el paño que Mari Ángeles había utilizado al principio y con la otra tomó el pie mojado de Carmina Mena. Durante todo este tiempo, Aurelio Guinda mantenía una conversación banal con Carmina Mena. Resulta que a Carmina Mena se le habían roto todos los dedos de los pies hace unos meses, y ahora le habían salido heridas a causa del vendaje. Aurelio Guinda oía todo lo que Carmina Mena le decía, pero no escuchaba nada. Estaba ensimismado con los pies de su mastodóntica paciente. Así continuaba lavando los sucios pies de Carmina Mena, cuando Aurelio Guinda sintió algo que no había sentido nunca hasta entonces. Empezó a masajear el pie izquierdo de Carmina Mena. Cada vez lo masajeaba más. La respiración de Carmina Mena comenzó a entrocortarse. Aurelio Guinda seguía masajeándolo hasta que no pudo soportarlo más. Aurelio Guinda levantó un poco el pie y bajó la cabeza. Comenzó a lamer el dodo gordo de Carmina Mena. Carmina Mena gritó y pegó una patada a Aurelio Guinda en la cara. El dedo gordo del pie de Carmina Mena se había metido en el ojo izquierdo de Aurelio Guinda. Pero Carmina Mena no gritaba por sorpresa. Carmina Mena había tenido un orgasmo. Un rápido y repugnante orgasmo. Mari Ángeles entró corriendo en la habitación y vio el percal. Carmina Mena intentaba recuperarse del reciente orgasmo limpiándose los ríos de sudor con la amarillenta sábana. Aurelio Guinda tenía las dos manos sobre su ojo izquierdo y sollozaba del dolor. Un poco más abajo, en su pantalón se hacía visible la erección de un depravado. Mari Ángeles cogió de un brazo a Carmina Mena y la sacó de la habitación, sorprendida y asustada por lo que acababa de presenciar. Aurelio Guinda bajó a la primera planta, donde estaba el baño de los empleados y lavó con agua su dolorido ojo. Se miró al espejo. Ya era hora de cambiar. Diría adiós a San Petersburgo e iría en busca de sus raíces, a España, allí donde su retorcida y querida obsesión había surgido. Allí, en España daría rienda suelta a todas sus perversiones.

BARCELONA, y luego Vicky y Cristina

Hoy ha aparecido el trailer de la próxima película de Woody Allen, Vicky Cristina Barcelona. No diré más datos porque supongo que ya todos de sobra conoceréis todo lo relacionado con el film. A la vista del trailer, parece que una vez más, Woody Allen no parece ser Woody Allen ( que aquí recuerda a Almodóvar) y una vez más again los directores ceden la historia a retratar lo más típico de las ciudades en las que se localizan. ( falta algo típico de Barcelona en este trailer?)
Bueno, aunque sólo sea por el beso entre Penélope y Scarlett, merece la pena.

Al ritmo envolvente de Kurosawa


El título no es mío. Me lo agencio de un reportaje que cuelga en nuestra habitación. En el reportaje el ritmo era de Murakami, autor de libros como Tokyo Blues o Kafka en la orilla.
Yo, que me las doy de cinéfilo, o amante del cine, como ustedes quieran llamarlo, jamás había visto ninguna película del afamado director japonés. Además, mi cultura cinematográfica está plamada de lagunas, de palomitas, de actrices tías buenas y diálogos infames. Pero, si quieres que te diga la verdad, me alegro. Me alegro porque hoy, seducido por una chica despampanante que me ha obligado a verla, he disfrutado todos y cada uno de los planos de esa obra maestra llamada Rashomon. Hoy he descubierto que Reagan (aka la niña de "El Exorcista"), o más bien dicho, la "escena de hipnosis del sofá", ya existía 20 años antes en el film japonés. También me he enterado de que el gusto por los zooms y los planos imposibles ( situar la cámara entre las pieras de un personaje para fijarnos la vista en otro) comenzó mucho antes del llamado fenómeno "serie B" y "cine de culto". Pero además de todo eso, he disfrutado de una película sin tener información ni contexto previo. No sé si Kurosawa pertenece a uno u otro movimiento o género. No sé quién era él. No conozco otros títulos suyos ( salvo Los siete samurais y El idiota). No sé quiénes son sus referentes, ni a quienes ha influenciado ( aunque me da a mi que a mi amigo Quentin le gustaba mucho este señor).
En definitiva, he disfrutado de una película como lo hacía antes, cuando iba al cine sin conocimientos técnicos o históricos. Ojo, no quiero decir con esto que antes disfrutara más del cine, porque es verdad que ahora lo saboreo mucho más, pero siempre está bien disfrutar algo simplemente por lo que es y no por lo que marcó ni por lo que supuso al cine (véase Ciudadano Kane, buena película sí, pero no tan disfrutable).


Viva el cine, coño ya.